Presidencia de la Nación

Por el derecho a la lactancia sin discriminación

La Organización Mundial de la Salud (OMS), el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y organizaciones no gubernamentales y sociales del mundo, celebran del 1 al 7 de agosto –en más de 170 países,incluyendo el nuestro– la Semana Mundial de la Lactancia Materna, destinada a fomentar la lactancia materna y mejorar la salud de las niñas y los niños de todo el mundo.

En Argentina existe la Ley 25.929 de Parto Respetado, regulación específica que garantiza –entre otros derechos relativos a la prevención de la violencia de género en el marco del preparto, parto y posparto– el derecho al acceso a la información, a recibir apoyo y a facilitar la tarea de lactancia para todas las personas gestantes que así lo deseen.

La lactancia se considera un alimento ideal para el crecimiento y desarrollo de las niñas, los niños y les niñes, ya que mejora la calidad de vida presente y futura. Favorece tanto la salud de la persona que amamanta y el cuidado del medioambiente, como la economía familiar y comunitaria.

La Semana Mundial conmemora la Declaración de Innocenti, redactada por la OMS y UNICEF en agosto de 1990, con el fin de proteger, promover y respaldar la lactancia que –como opción y elección– debe estar ligada al deseo de la madre o persona gestante, durante el tiempo que ella decida.

Esta semana también nos permite reflexionar sobre la discriminación que se produce en torno a las personas que amamantan, en el espacio público. Nos alienta a trabajar sobre los mandatos de género que, así como incluyen la obligatoriedad de la maternidad, ejercicio de los roles de cuidado y el amamantamiento, también suponen el repudio y la censura social de la práctica de lactancia en espacios públicos.

La práctica de la lactancia sin discriminación no depende exclusivamente de la persona que amamanta y su familia, sino también de otros actores del entorno donde esa persona desarrolla su vida; especialmente, el ámbito público o el lugar de trabajo.

Los lugares de trabajo no solo discriminan a las mujeres por motivo de su embarazo, del nacimiento de sus hijas/os o de un problema de salud relacionado con el embarazo, el parto o sus familias, sino también a toda persona trabajadora que ejerza sus responsabilidades familiares. Desconocen también las conformaciones familiares diversas, especialmente a las familias LGBTIQ. Pese a los avances en el reconocimiento de los derechos humanos a la diversidad sexual y de género, la heteronormatividad es el paradigma que predomina e impide que se garanticen plenamente los derechos en el ámbito laboral.

Todo esto se ve reflejado en distintas situaciones como la menor empleabilidad de mujeres con hijos, hijes o hijas, la inexistencia de licencias de cuidados compartidos o la falta de lactarios o espacios para amamantar en el ámbito laboral, en especial en las oficinas de la administración pública, entre otros contextos.

Los espacios de trabajo deben generar las condiciones necesarias para que las trabajadoras y los trabajadores que tengan un hijo o una hija lactante puedan garantizar su derecho a la alimentación y cuidado/crianza/desarrollo.

Entendemos que las campañas de promoción de la lactancia ponen mucho énfasis en la importancia y beneficios que conlleva para la salud del/ de la bebé y de la persona que amamanta; sin embargo, las condiciones sociales y sobre todo laborales son muy adversas en este sentido, ya que dejan bajo la responsabilidad de las mujeres o personas gestantes la resolución de esta tensión.

La creciente feminización de los mercados laborales, así como las diversas conformaciones familiares y las transformaciones en la organización del trabajo y la producción han aumentado las tensiones entre la vida laboral y familiar. El mayor desafío es la conciliación de la vida familiar y personal con la vida laboral, garantizando la corresponsabilidad necesaria entre las familias, el Estado, el mercado y la sociedad en general, con el fin de avanzar hacia la equidad de género.

Teniendo en cuenta que la práctica de la lactancia no depende exclusivamente del deseo de las y los progenitores y/o de la familia, el INADI plantea que es una responsabilidad de todos, todas y todes. Por ello, es necesario que el Estado, las empresas y empleadores/as promuevan medidas que garanticen mejores prácticas de alimentación y cuidado de las niñas y los niños lactantes. La adhesión a la Ley Nacional de Lactancia Materna N.º 26.873 en todas las provincias del país, la capacitación de todo el equipo de salud para atención de la lactancia materna, la promoción de espacios adecuados para la lactancia y/o salas de alimentación y cuidado de niñas y niños para la primera infancia en los lugares de trabajo, la extensión de las licencias por maternidad y paternidad para las/los trabajadoras/es progenitores o adoptantes de niños/niñas lactantes, así como el favorecer marcos jurídicos que impidan la discriminación de las trabajadoras por motivos de género, maternidad, paternidad o responsabilidades familiares son algunas de las tareas pendientes.

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